Un estudio llevado a cabo por la UPV/EHU, con la colaboración del festival donostiarra de música contemporánea Dantz, concluye que existe una relación directa entre el gusto por la electrónica y el bienestar psicológico. El análisis (denominado Soul Minds) se llevó a cabo en dos fases a lo largo del pasado año. En la primera, 222 personas –74 mujeres, 143 hombres y cinco personas no binarias– completaron un cuestionario que tenía por objetivo medir el gusto musical, la identidad y la autoestima ligada a la música electrónica, además de la motivación por participar en eventos musicales y el bienestar psicológico. En una segunda fase se organizó un encuentro con 25 personas vinculadas a diferentes géneros de la música hecha con máquinas en el marco del festival Dantz Festival, cuya última edición se celebró en Donostia el año pasado.

Festival dantz de música electrónica en Tabakalera Javier Colmenero

Los resultados de este proceso ponen de relieve que la música electrónica está vinculada a la felicidad, la tranquilidad, la alegría, la nostalgia o la ternura. También parece señalar que los aficionados a esta música muestran una ausencia de emociones negativas y son más proclives a participar en actividades musicales. Además, esa mayor implicación parece estar motivada por la búsqueda del goce.

Autoestima

Por otro lado, Soul Minds evidencia una “baja autoestima colectiva ligada a la música electrónica” que parece tener su origen en “la fuerte estigmatización” que sufrió este tipo de expresión cultural “durante la época de mayor auge de la cultura club en Euskal Herria”, esto es, a finales de la década de 1990 y a principios de los 2000. Una parte de este estigma respondía a la idea de que la música electrónica generaba espacios de despolitización y de vaciamiento ideológico. Una idea errónea, según los impulsores de este estudio. “La electrónica siempre ha sido un espacio de diversidad, libertad e igualdad y, por lo tanto, contrario a esta percepción”, aseguran los impulsores del estudio.

Otro de los prejuicios que planea sobre la música electrónica relaciona a sus seguidores con el consumo de drogas. Internet está plagado de titulares que difunden cómo el MDMA o el speed campan a sus anchas en los festivales enfocados en géneros como el trance o el techno. Sin embargo, y pese a que en estos espacios existe el consumo, ni todas las personas que acuden a estos lo practican ni la escena electrónica es la única en la que están presentes las drogas. De hecho, el uso de las sustancias psicoactivas ha sido una constante a lo largo de la historia de la música popular. Así, en la década de los 60 era habitual que en los conciertos de grupos como The Doors o de cantantes como Janis Joplin, vinculados al movimiento hippie, circulase el LSD, una sustancia que produce efectos psicotrópicos.

Beneficios

En otro orden de cosas, el estudio impulsado por la UPV/EHU y Dantz no es el primero que pone de relieve los beneficios que tiene la música electrónica en el cerebro. En este sentido, un artículo publicado en el medio digital Electronic Groove cita una investigación publicada en la prestigiosa revista de psicología Consciousness and Cognition, que determina que la electrónica es capaz de introducir a sus oyentes “en un estado de fluidez, un estado de profunda concentración y absorción que a menudo se asocia con emociones positivas y un mejor rendimiento”. Al hilo de este estudio, existen otros que demuestran cómo este tipo de expresión musical también puede contribuir a la mejora de algunas de las condiciones que presentan los y las niñas con trastornos del espectro autista.

Eso sí, la música electrónica no es la única que favorece el bienestar psicológico. Diferentes análisis realizados en el ámbito de la psicología determinan que la música, en mayúsculas, independientemente de su género, “permite mejorar el desarrollo cognitivo, además de ayudar a quienes sufren trastornos de salud mental como la ansiedad o la depresión”. Según CPA Psicólogos, también “alivia la tensión, mejora la autoestima, nos ayuda a acompasar la relajación, etc”. En este mismo orden de ideas, la música también anima a la movilidad física, de acuerdo con el equipo de CPA.