La obra de teatro Lucha y metamorfosis de una mujer, adaptación de la novela homónima de Édouard Loius, se estrenará este jueves en el Victoria Eugenia, teatro en el que permanecerá con una función diaria hasta este domingo, 14 de abril. Eneko Sagardoy da vida al protagonista de este drama, un trasunto del propio Louis, en coproducción entre Tanttaka Teatroa, el Teatro Arriaga de Bilbao y Donostia Kultura, que se ha presentado este martes en el auditorio junto al Urumea. “Ser marica o ser hijo no te quita para ser un maltratador”, ha asegurado el actor, que recientemente ha rodado un péplum con Ronald Emerich. Esa enseñanza, ha explicado Sagardoy, es la que se desprende del relato original, una idea que el propio Loius, de 32 años de edad, comprendió al salir de su Hallencourt natal, una villa francesa llena de violencia endémica, y fue a parar a la gran ciudad de París.

Con sólo dos intérpretes en escena, Fernando Bernués, director de la adaptación, lleva Lucha y metamorfosis de una mujer, “un viejo anhelo” que deseaba adaptar, a la mínima expresión escenográfica. El donostiarra, que ha contado con Harkaitz Cano para transformar el libreto, presenta una tarima ligeramente elevada de dos metros de ancho y diez de largo. Sobre ella es sobre la que caminará Sagardoy en un monólogo que, además del público que se reunirá a un lado y al otro de la sala de danza del Victoria Eugenia, contará con otra escuchante. 

Las actrices Eva Trancón y Vito Rogado serán las encargadas de meterse en la piel de la madre de este escritor –las intérpretes intercambiarán la representación el rol en función a sus agendas–, que permanecerá en escena, en uno de los extremos de la citada tarima y con una cámara de vídeo a la altura de sus caras, captando todas las reacciones que brotarán a consecuencia del discurso de Sagardoy. Se trata de imágenes que se proyectarán en directo en dos pantallas situadas en paredes opuestas de la sala, a la vista de todo el mundo.

Fernando Bernués ha preparado una escenografía mínima. Ruben Plaza

Bernués ha explicado que en la obra original sólo se escucha la voz del protagonista, del propio Louis, si bien es cierto que la figura de la madre “está muy presente”. En este sentido, ha visto imprescindible ir más allá para que este personaje pueda expresarse. “Me interesaba que asistiésemos a una especie de entrevista entre el hijo y la madre, a una confesión”, ha añadido.

Louis, confidente

Sagardoy ha explicado que conocer la obra de Édouard Louis le sirvió para conocerse, de alguna manera, a sí mismo: “Era un confidente desde mucho antes de que se plantease la idea de llevar esta obra a cabo”. Ambos son prácticamente de la misma edad –el protagonista de Irati y Errementari tiene dos años menos que el literato francés–, homosexuales y comparten, a juicio del actor, una “sensibilidad artística similar”. Sus escritos “tan autobiográficos” han acompañado al vizcaino “durante años”. “He encontrado en sus textos ecos de mi propia vida, preguntas que me he hecho durante mi vida y alguna respuesta también”, ha contado.

“A veces hay quien pone en cuestión que por ser gay no se puede ser machista. Por supuesto que sí, no dejamos de ser hombres"

Eneko Sagardoy - Actor

De víctima a verdugo

Sobre el contexto de esta obra de autoficción, Sagardoy ha explicado que presenta a un personaje que crece en un entorno rural francés a principios de este siglo, lleno de violencia y homofobia, desde su propio hogar, encarnada por sus abusadores padre y hermanos. El “conflicto real”, explica el intérprete, llega cuando es el protagonista quien ejerce la violencia contra su madre. Él consiguió salir de ese entorno al que parecía predestinado que le abocaba a un futuro obrero y acaba siendo un artista. Cuando Louis inicia la reflexión sobre su relación con su madre es cuando comprende que, pese haber sido objeto de violencias por “su identidad sexual, su clase social e, incluso, por su apariencia”, eso “no le ha impedido ejercer violencia sobre su propia madre”. “A veces hay quien pone en cuestión que por ser gay no se puede ser machista. Por supuesto que sí, no dejamos de ser hombres y esto es una violencia estructural planificada de la que no se libra nadie”, ha añadido