De nuevo el Basque Culinary Center defiende su ocupación de un espacio público, asiéndose fuertemente a argumentos como “espacio abierto a la ciudadanía”, “espacio para la innovación y la investigación”, “coworking” –que en inglés suena mucho más creíble–, un auditorio para 200 personas –que, si es verdad, no saben que eso ya tenemos unos cuantos, aunque auditórium suena mejor que “sala”–. Hablan también de dinamizar la comunidad de innovación y de programar charlas abiertas y una respuesta vegetal de un espacio útil y amable para la ciudadanía, con la reposición de árboles de alto porte, o a lo mejor de altísimo porte, como no podría ser menos, viniendo de quien viene. Ante este disparadero de buenas voluntades y buenas ideas, nosotros, los que el director Aizega nos define como “la gente a la que no les gusta el proyecto”, nos quedamos sin palabras. Por eso nos acercamos a Manteo y recuperamos la realidad.
La gente no hemos cuestionado nunca la docencia de la Universidad de Mondragon, ni del Basque Culinary Center ni la idoneidad de su edificio. Lo que rechazamos es su UBICACIÓN y ahí nos reiteramos en que nuestros interlocutores no son una universidad privada y sus intenciones, sino las instituciones públicas. No nos despisten señores y señoras, aquí estamos hablando de la ocupación de un espacio público, que tenía otro destino más respetuoso y público, y la concesión de unas cuantiosas ayudas económicas públicas a una entidad privada, que tiene una docencia privada.
Además de esa ocupación, casi a perpetuidad, estamos soportando el cierre de vías, desviaciones del transporte público por tramos casi intransitables, ahí tienen para demostrarlo la línea 37 de Dbus con una parada desplazada en la Avda. de Navarra, abierta y sin ninguna protección. Algo que no tiene nombre es la indefensión de los centros escolares de la zona, que si no se ve no se puede creer que eso pase en Gros-Ulia, porque quizás no se de cuenta la otra gente, la del BCC y GOe, que están poniendo en riesgo la salud y la seguridad de esos niños y niñas a los que dentro de un par de años, prometen recibirles en el nuevo edificio para explicarles ese plan pedagógico de educación gastronómica y alimentaria. Y todo esto, sin contar con el riesgo de suelos contaminados cuyas denuncias siguen su curso, un curso más lento que el impulsado por Olatuen Bidean del ámbito privado.
Desde nuestra posición de vecindario de la zona este de Donostia, que recibe un trato vejatorio de las instituciones más a menudo de lo que nos gustaría, nuestra solidaridad y admiración a la gestión de la Asociación de Vecinos de Ulia y a la fuerza y compromiso de vecinos y amigos de Manteo.
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